Friday, April 28, 2006

 

MADONA de Rafael

La Madona de Rafael





Fin del cuento le dije al muchacho universitario que cambiaba libros, me dijo que le gusto la historia y que por ello me la cambiaria por un pequeño libro que tenia y que le había gustado mucho cuando lo leyó por primera vez… era: “Que Viva la Música”.


Deje al trocador de libros y me interne a paso lento y con alguna pequeña dosis de contento –aunque fuese solo en el pensamiento, entre un día que continuaba tan gris como ayer, parecía un invierno largo… un frío tenaz cruzaba las calles que nacían al frente de mis pasos, los pies seguían un rumbo, y cuando me daba por mirar hacia el pavimento, este, pasaba veloz, y sentía que cada paso iba alumbrando un estado conquistado de la memoria. Mire al costado, y allí, en el otro anden, estaba con abrigo puesto y observándome, parado como por eternidades e inmovible, mi conocido de ayer. Le levante tímidamente una mano al viejo amigo de antaño, el no movió nada, su mirada me obligaba a detener mis pasos y cruzar la calle sin autos… cuando llegue donde él, me dijo:

  • que cosas han sido relevantes en tu vida
  • (pensé un poco, mas de un poco y dije),
mi niñez
mi incursión en las drogas
mi música
mis metáforas
mi pintura
mis amores
mi Libertad
  • que tiene que ver el mundo de las drogas
  • fue un atajo doloroso que altero muchas coordenadas…
  • que ingredientes te movían, me corto
  • la rebeldía alimentaba casi todos mis defectos, como la imprudencia, la insensatez, la inconsciencia, la insensibilidad… dije de forma segura
  • que pasa cuando recordas el cambio de directrices
  • lloro en el alma, me duele no haber sido un chico obediente y disciplinado a las observaciones de mi padre…

La tarde era oscura, él había desaparecido cortante como sus preguntas, y yo seguía caminando veloz, parecía que mi profesión era la de un peregrino, seguía los pasos de mis huellas entre un recorrer oscuro, como entre edificios y calles vacías y roídas. Los colores se habían alejado de mi visión, desde que decidí apartarme de mi ego, pensaba que en blanco y negro era más fácil para mí conocer la matriz de mis sentidos.

Pensaba en la ventana y la buscaba… el cuarto parecía inmenso y friolento, la soledad me abrumaba, sabia que mi única salida del callejón era la ventana de mi cuarto, a lo mejor estaba cerrada, a lo mejor no existía y me tocaba construirla… entonces me fui como arando, tocando las paredes de mi cuarto buscando sus fortalezas y sus debilidades, la golpeaba, sonaba sólida, pensaba que tenia que buscar un cincel y un mazo… tenia que perforar la maza ósea y salir hacia el afuera, me sentí por un momento como ahogándome entre una ansiedad fóbica… seguía tanteándola, y después de, no se si días o años, pude averiguar que la ventana de mi cuarto, no había existido nunca, había sido un sueño o una reflexión milimétrica del pensamiento, algo que el amigo de antaño ya me había sugerido la primera vez que lo encontré… aquel entonces, yo sabia que no tenia ventana mi cuarto y me sentía bien, no las había necesitado nunca, pues mis pasos siempre habían sido hacia mí mismo, no hacia fuera… 






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